La dedicatoria de la plantilla a Jémez, frente al Villarreal B. Fue el último encuentro del técnico andaluz en el Estadio de Gran Canaria (Foto: Mykel) |
La UD Las Palmas de Paco Jémez comenzaba a cambiar el rostro. Su fragilidad defensiva iba en aumento mientras empezaban a aparecer los contratiempos habituales de las lesiones. Jémez, que reclamaba en público más concentración a sus jugadores, no supo resolver esta ecuación. Su error fue no adiestrar a los futbolistas amarillos para saber disfrazarse en cada fase de los partidos. Las Palmas interpretaba como pocos las jugadas de ataque, con constantes llegadas y un peligro incesante, pero a la hora del repliegue el equipo era un ejército sin protección: lento, descoordinado y sorprendido incluso por el colista. Si esa UD hubiese alcanzado esta jornada 31 en las mismas condiciones, los augurios hoy se mantendrían catastrofistas.
La reparación del defecto se ha convertido ahora en el acierto de Juan Manuel Rodríguez. El cambio de concepto global en la idea del juego amarillo es apreciable: un doble pivote defensivo cercano a una línea de zagueros sin licencia para avanzar, al menos de forma alegre. Y más ayudas que llegan incluso desde la posición de ariete. Esta es la pócima que ha permitido a Las Palmas levantar la mirada en las dos últimas jornadas y es la que, sin duda, le alejará de las llamaradas.
Aquel partido ante la Ponferradina dejó una huella y otra vez la Ponferradina puede ser el rival en el que esta tarde la UD proporcione otro volantazo a su Liga. Un tercer triunfo de forma encadenada podría poner un colchón que permitiría un final de la Liga tranquilo ... ¿Tranquilo?. En realidad será imposible pues ¡cómo se está poniendo ese derbi de la última jornada, amigo Concepción ...!
Juan Manuel instruye a los teóricos titulares en el partidillo de esta semana, antes de la visita de la Ponferradina (Foto: Mykel) |
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