Tan sumergidos estamos en la crisis que podríamos perder el aliciente de una vieja teoría: el consumo es el motor de nuestra sociedad. El planteamiento de remodelación de las estructuras y dotaciones del Estadio de Gran Canaria es en sí un impulso hacia el futuro, apoyada la UD Las Palmas en la lógica incuestionable de ser la única entidad en la Isla con respaldo social capaz de poner en marcha con éxito una maquinaria tan ambiciosa como ésta. En realidad lo que propone el club a su progenitor institucional es la posibilidad definitiva de autofinanciación, satisfacer a su audiencia en una reclamación que comienza a ser histórica y viajar hacia el futuro con un escenario propio de Champions. Completa la escena el hacer realidad una de las propuestas con las que se originó el complejo deportivo de Siete Palmas: llevar allí la osamenta del club en el que se inspiró el proyecto.
Existe, pues, un por qué. Sería otro error pensar en el quítate tú que me pongo yo. Gran Canaria necesita un Pabellón Multiusos para acoger un Mundial de baloncesto y poner soluciones a través de su explotación a los problemas de abastecimiento del equipo de ACB. Pero también requiere no devaluar su oferta internacional destinada a melómanos, carnavaleros o cinéfilos, sus congresos, sus promociones turísticas, ... sin dejar de corresponder a todas las obligaciones sociales que, incluso en la etapa de boyante economía, ya eran insuficientes. Son prioridades que han de permanecer intactas. Pero invertir es generar también recursos. Todo empieza por una ilusión, por unos trazos en una hoja de papel. Y si existe un por qué, la obligación moral de los gobernantes es tratar de encontrar el cómo.
Ocho años después de la apertura del Estadio de Gran Canaria, magnífica instalación que nos enorgullece y dignifica, la sensación popular es que en ella se produjo un error histórico (sólo apuntamos que pudo haberse evitado ...). Y casi una década supone espacio suficiente como para comprobar que las pistas de atletismo, aún sin ser influyentes en lo futbolístico, no lograron el cariño del grancanario de a pie. Negarlo es rechazar cualquier ejercicio de sinceridad; aceptarlo es el origen de la reacción. No puede haber tanta gente equivocada a la vez. No pueden haber errado tantas ciudades y clubes que han eliminado sus pistas para reconstruir un estadio de fútbol; no al contrario. Y si otros lo han logrado, ¿por qué ha de renunciar Gran Canaria?.
En 1948 parecía descabellado unir a cinco entidades divorciadas por un balón para que formar un club señero. No aparecían acuerdos ni en las comas del texto, pero ... Hasta finales de los setenta era inimaginable que la capital grancanaria pudiera ofrecer su propia oferta universitaria, pero ... En 2004, setenta y dos millones de euros suponían una losa insalvable para un club que había caído en la Segunda B, sin embargo ... La propuesta que expone el consejo que preside Miguel Ángel Ramírez, aún en tiempo de crisis, es la de un emprendedor con billete hacia el futuro. Y la historia tiene su origen en grandes sueños.
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