Quiroga se anticipa a Fabricio y cabecea de espaldas el tanto del empate 1-1 de la UD (Foto: Mykel) |
La UD exhibió en la nueva etapa su desdoblamiento de personalidad el día en que alquila una plaza en la zona de descenso: en la primera parte fue un equipo sin alma ni profundidad, pero en la reanudación mereció ganar por su arrojo y decisión
Ahora es cuando la madurez de esta plantilla pasa de verdad por la barra de equilibrios. Una dinámica donde se conjuga el divorcio con la victoria, el calendario próximo ante recientes equipos de Primera División (Betis y Valladolid, de inmediato) y en situación de descenso por primera vez en toda la temporada pone a prueba la capacidad de la UD Las Palmas para sobrevivir una Liga más en la Segunda División. Ahora es cuando se va a comprobar el verdadero valor de estos jugadores que son los responsables directos del actual escenario porque no les ha faltado mimo popular (lo han tenido en exceso) y hasta adulación mediática (sobredimensionada) cuando el viento parecía favorable. El fútbol no son diez jornadas y cuatro flashes y, por lo presenciado ante el Recreativo, las incógnitas dejadas tras la etapa Jémez tampoco se despejan. Si la respuesta de la UD Las Palmas es similar al primer tiempo de esta noche, la Segunda División B es su seguro destino; pero si el equipo pone al menos la intensidad y las 'narices' que ofreció en la reanudación, entonces hay motivos para la creer en la salvación.
Porque este martes Las Palmas ha vuelto a ofrecer ese desdoblamiento de personalidad que tanto desconcierta. Actuó en un primera parte con cierto orden pero sin alma ni profundidad, incluso con algunas piezas a las que les pesaba las bota y les podía la responsabilidad. Ese fue el error corregido al descanso por Juan Manuel, que trató de imprimirle carácter y sacrificio a un equipo que, como perro flaco, sólo se le ven pulgas. Pudo marcar primero Javi Guerrero, que obligó al meta Fabricio a sacar el guante en el minuto 4. Pero fue el Recreativo el que se adueñó antes en el marcador en la única aproximación seria hacia los dominios de Barbosa. El remate limpio, sin presencia de marcaje, de Juan Villar se convierte en el error número 54 que acaba en las redes grancanarias.
Lequi frena el avance de Dani. Vicente Gómez inicia el de la UD (Foto: Mykel) |
Queda la sensación de que el equipo local malogró sus primeros cuarenta y cinco minutos. No tuvo alas ni ideas para vulnerar a una tranquila defensa andaluza que, sin embargo, se sentía muy incómoda cuando pasaba a examen la punta de velocidad de sus centrales. Ese vacío no lo aprovechó Las Palmas porque cayó en la rutina y la obsesión.
El nuevo entrenador, sin embargo, entendió bien el partido. Encontró la banda izquierda con Pedro Vega y mejoró el rendimiento ofensivo con la presencia de Quiroga, que intimidó a los centrales onubenses. Las Palmas imprimió una velocidad más en la segunda parte y con un fútbol más sencillo y directo pudo alcanzar incluso la remontada, que la había merecido. El gol del argentino Quiroga fue un alivio pero, tras este acierto, el conjunto grancanario lanzó una ofensiva osada que le acercó a la cota del segundo gol. Logró meter tan atrás al 'rey del empate' que durante muchos minutos daba la sensación de que el 2-1 era posible. Pero, cuando se dejan tantas cosas al azar y no se cierra el trabajo en tiempo, el éxito en el deporte puede ser cosa de un centímetro, de un segundo o de un mal bote. Las Palmas fabricó la jugada de la victoria en el minuto 89 pero Javi Guerrero, tantas veces ángel de la guarda, encontró el cuerpo de Fabricio en su salida kamikaze. El triunfo se escapó, también el vivir de la zona tranquila; pero no la esperanza.
Juan Maniel Rodríguez reclama intensidad a sus jugadores (Foto Mykel) |
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