David González, asediado por los centrocampistas del Huesca. El ataque de la UD no tuvo salida. (Foto: Mykel) |
El nombre de Onésimo Sánchez se asociaba hasta ahora en el mundo del fútbol con el maravilloso anárquico jugador que ejercía en las filas del Valladolid (más tarde FC Barcelona, Cádiz, Rayo, Sevilla, ...). Salía al terreno de juego para enloquecer los partidos con un físico menudo pero gran poderío en el tren inferior. Manejaba la velocidad y no tenía otra brújula que la que únicamente señalaba la portería rival. Del Onésimo futbolista al Onésimo entrenador del Huesca van algunos años, algunas experiencias y algunos kilos de más. La disciplina exhibida por sus jugadores en el Estadio de Gran Canaria quizá demuestra que el modelo que persigue no es el que él mismo utilizó cuando arremetía contra todos en cruzadas heroicas. Apela desde el banquillo a la labor colectiva en una categoría tan dura como es la Segunda División donde individualidades exitosas hay las justas.
Y fue el trabajo colectivo de los futbolistas oscenses el que desconectó las líneas de la UD Las Palmas en el partido de este sábado. El Huesca aglomeró efectivos especialmente en las inmediaciones de David González y agotó con eficacia y rapidez (casi desde los primeros minutos) la pretendida reacción del juego de la UD Las Palmas. Cada vez que el balón caía a los pies de González, éste no encontraba un amigo a quien entregárselo porque le llegaba el agobio del equipo visitante para cegarle e, incluso, sacarle de quicio. Tres, cuatro y hasta cinco rivales le rodearon en bastantes ocasiones sin que desde la sala de mando del conjunto grancanario se encontraran soluciones o alternativas a la soledad de su cerebro.
David no tenía esta vez la ayuda de Jonathan Viera, otro jugador que antes de su lesión también atravesaba su propio desierto imaginativo. Las posibilidades para el triunfo de Las Palmas se redujeron estrepitosamente sin encontrar su dirección en el juego. Porque tampoco había bandas y ningún otro amarillo asumió la batuta. El fútbol grancanario fue totalmente previsible salvo cuando Guayre irrumpió en el área al borde del descanso y encontró a Guerrero en la boca de gol.
Las Palmas quiso ganar un partido importante gracias a una jugada aislada. Es cierto que la mejoría amarilla es muy apreciable: hubo mando en Lequi, combatividad y anticipación en Samuel, bastante rigor en Aythami y algunas dudas (que no acaban) en Ruymán. Pero otra cosa es construir. A Josico no se le puede pedir que se quite el casco de obrero para ejercer con el compás. Se desgasta y su trabajo es eficiente si las fuerzas le acompañan. Pero la falta de imaginación general de Quero y Sergio (apático, sin explotar sus grandes recursos deportivos) y la vida de espaldas a los defensas del propio Guayre y, especialmente, Javi Guerrero llevaron a la UD a un terreno peligroso que estaba débilmente sujetado con trabas (pinzas allende de los mares).
La aportación de Quiroga y Perea, sin balones directos para poderlos rematar, y la alocada contribución de Pedro Vega, que cayó en la precipitación, no fueron esta vez solución para un equipo que repara los frenos pero ahora tiene problemas con las bujías.
David no tenía esta vez la ayuda de Jonathan Viera, otro jugador que antes de su lesión también atravesaba su propio desierto imaginativo. Las posibilidades para el triunfo de Las Palmas se redujeron estrepitosamente sin encontrar su dirección en el juego. Porque tampoco había bandas y ningún otro amarillo asumió la batuta. El fútbol grancanario fue totalmente previsible salvo cuando Guayre irrumpió en el área al borde del descanso y encontró a Guerrero en la boca de gol.
Las Palmas quiso ganar un partido importante gracias a una jugada aislada. Es cierto que la mejoría amarilla es muy apreciable: hubo mando en Lequi, combatividad y anticipación en Samuel, bastante rigor en Aythami y algunas dudas (que no acaban) en Ruymán. Pero otra cosa es construir. A Josico no se le puede pedir que se quite el casco de obrero para ejercer con el compás. Se desgasta y su trabajo es eficiente si las fuerzas le acompañan. Pero la falta de imaginación general de Quero y Sergio (apático, sin explotar sus grandes recursos deportivos) y la vida de espaldas a los defensas del propio Guayre y, especialmente, Javi Guerrero llevaron a la UD a un terreno peligroso que estaba débilmente sujetado con trabas (pinzas allende de los mares).
La aportación de Quiroga y Perea, sin balones directos para poderlos rematar, y la alocada contribución de Pedro Vega, que cayó en la precipitación, no fueron esta vez solución para un equipo que repara los frenos pero ahora tiene problemas con las bujías.
Manolo..., !MAGISTRAL!
ResponderEliminarDe mal en peor...caemos como una piedra a 2B...
ResponderEliminarEsto se parece mas al partido que yo pude sufrir ayer, algunos comentaristas me da la impresión que vieron otra cosa. Añadiría que no le sienta bien los nuevos repuestos colocados, creo que el mecánico lo ha realizado un buen ensamblaje.
ResponderEliminarFelicidades por la crónica.
Excelente analisis.Sugiero que se lo mande a Jemez, para que reflexione un poco y dimita por fin.
ResponderEliminarC.Cardenes