Malogra una ventaja en el marcador y superioridad numérica ante el Granada para purgar con una nueva goleada sus calamidades defensivas
¿Qué pasó en esa jugada del minuto 49?, ¿nadie se percató de lo que venía a continuación de la tarjeta roja a Mensah?, ¿qué desorden tan extraordinario cundió luego para que, en superioridad numérica, la UD Las Palmas malograra un partido que tenía de cara y encajara la friolera de cuatro goles?, ¿que carácter colectivo distingue a esta plantilla?, ¿por qué este empeño en no asumir qué es el fútbol profesional? (una competición sin tregua) ... Las respuestas no estaban en Los Cármenes: hay que localizarlas sin duda en los 48 tantos anteriores encajados que mantienen activa la luz de alarma del proyecto Jémez. Lo que ocurrió esta tarde en Granada es un episodio más, tan grave como el de Alcorcón, de los despropósitos defensivos que padece el conjunto grancanario, empeñado en ponerse una soga al cuello incluso cuando tiene el panorama a su favor con el 1-2 y un jugador más por la expulsión de Mensah (uno de los pocos aciertos del colegiado Pino Zamorano, por cierto). ¿Quién manda en el campo de batalla?, ¿quiénes son los que tienen los galones, los que advierten a sus compañeros que el Granada es el poseedor del balón porque el colegiado ha señalado un fuera de juego previo a la 'agresión' a Viera?, ¿quién sacude la mente de los futbolistas samaritanos que lucen la elástica amarilla?.
Jémez es el autor del desaguisado, sin duda, pues para eso es la cabeza visible de la plantilla. Pero los ejecutores son los jugadores. Es inexplicable que en una situación tan favorable como la de hoy Las Palmas salga goleada ante un rival tocado como estaba el Granada. Eso sólo lo puede firmar un candidato a la Segunda B, empecinado en cambiar de categoría. La jugada del empate 2-2 marca el inicio de una debacle en este partido. Los errores de Barbosa los complementan: engañado en el 1-0 en un libre directo lateral y pésimo a la hora de rechazar los balones del 3-2 y 4-2, que dejó en las botas de los delanteros andaluces libres de marcajes, por cierto. Pero no se obvia una descoordinación constante de la línea defensiva, que se hizo un lío en todas las jugadas de estrategia que fabricó el equipo de Fabri González. Astuto el entrenador gallego colocó siempre a un jugador en el punto de penalti, en fuera de juego posicional (que luego evitaba con rapidez), para despistar a zagueros y portero amarillos que no controlaron ninguna de las acciones a balón parado de su rival. Salvo el 5-2 obra de Collantes, el Granada perforó a Las Palmas con sus acciones de faltas y corners.
Jonathan Viera estuvo brillante en ataque, hasta la debacle (Foto: Mykel) |
Esta UD es un juguete roto cuando se enfrenta a un rival ordenado, que mecaniza bien sus acciones de ataque. Y lo fue también esta tarde a pesar de que tuvo la virtud de remontar primero el marcador a base de corazón y de excelentes acciones de contragolpe. Éste era un partido para ganar y lo estaba haciendo con brillantez, porque nadie hasta ayer había marcado dos tantos en Los Cármenes y le había creado tantos problemas a un Granada que aparece como poderoso acorazado rumbo a la Primera División. Pero Las Palmas se traicionó a sí misma: fue un excelente competidor durante media hora y un auténtico desbarajuste los restantes minutos tras el 2-2. ¿Quién vencerá en esta batalla interna que tiene el equipo?.
Las señales de emergencia no se desactivan y como bien dijo el presidente hace dos semanas, tras el rotundo bochorno de Alcorcón, "el tiempo se acaba" ... y sin duda no sólo para Jémez.
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