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jueves, 3 de febrero de 2011

MIMO A LA CANTERA EN TIEMPOS DE CRISIS

Jonathan Viera, en el entrenamiento del miércoles en el Estadio de Gran Canaria. (Foto: Mykel)
El cariño que dispensa el consejo de la UD Las Palmas a su política de cantera, con los tiempos que corren, es sencillamente admirable. 600.000 euros (cien millones de pesetas) incluidos en las previsiones generales de la temporada podrían parecer una cantidad insignificante para los números que se manejan en la actualidad en las grandes plataformas futbolísticas. Pero a la cadena filial amarilla y al fútbol grancanario en general suponen un esfuerzo que es digno de agradecer y subrayar, porque a su alrededor hay muchas horas de sacrificio y una gran dedicación humana que no cae en el vacío.  Esa es la mejor inversión, por supuesto incompleta, que realiza Pío XII porque comprobado está que las mayores satisfacciones de la última década están llegando precisamente a la hora de recoger los frutos de la cosecha propia. No ya por los logros deportivos del club, que de momento son limitados, sino por la ilusión que genera con un efecto multiplicador y por la simpatía que arraiga en una entidad que tiene sus raíces muy profundas y en ellas se encuentran una multitud de nombres de jugadores de las Islas.
600.000 euros, a pesar de la reducción obligada con respecto al pasado ejercicio (398.479 euros), no son nada en comparación con las otras canteras (?) que actualmente circulan en la Segunda División. La del Villarreal, que destina una buena porción de su tarta (67,8 millones de euros) a la estructura filial, vive su propio drama en tiempos de crisis porque este club lamenta la pérdida de casi 30 millones de euros en su presupuesto con respecto al ejercicio anterior: léase, reduce cuatro veces lo que la UD Las Palmas dispone en total para 2010-11. Y así les parece más difícil mantener una estructura de 40 equipos, 650 jugadores (medio centenar extranjeros) y casi un centenar de técnicos, en la mayoría de los casos asalariados. Pero no la cuestionan. O la del FC Barcelona, poderoso que no merece otra explicación más que pronunciar su nombre. La modesta política formativa de la UD Las Palmas, esa a la que todos exigimos resultados, sale además a la escena con varias losas que atenazan al propio club por su pasado pre-concurso, sorteando las graves dificultades de antaño, la falta de estructuras heredadas y, a veces, la propia incomprensión popular.
Pedro Vega. (Foto: Mykel)
¿Qué son 600.000 euros en un presupuesto de 8,5 millones?. Muchísimo, porque realmente estos números tienen sus pies de barro cuando casi tres millones se destinan a cubrir obligaciones del convenio de acreedores en el que, todavía, la UD Las Palmas sigue en curso seis años después de la primera hecatombe. La realidad es que el club, en consecuencia, sale a competir con cifras muy próximas a las de los modestos de la segunda categoría: Numancia o Albacete (5,9 millones), Ponferradina (5,8) y Salamanca (4,7) sirven como ejemplos reales. La búsqueda de la Primera División es una obsesión de casi todos. La del Betis le ha llevado a reducir hasta 400.000 euros la inversión propia en una de las consideradas mejores canteras del fútbol español. Los verdiblancos, que ven el horizonte otra vez a golpe de talonario, buscan la vía rápida y sacrifican sus orígenes. 
El proyecto de la UD Las Palmas merece comprensión y paciencia. 18 jugadores formados en la cadena filial han entrado en alguna de las convocatorias de Paco Jémez durante la primera vuelta y 16 de ellos llegaron a participar en los partidos. Ese dato es demoledor y conviene tenerlo en cuenta en esta segunda fase para que el mimo también se comparta en los graderíos, en el aire, en el papel ... 600.000 euros es el primer ladrillo, nada más.

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