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domingo, 5 de diciembre de 2010

LA UD ACUMULA ONCE JORNADAS SIN DEJAR SU PORTERÍA A CERO

El conjunto amarillo ha pasado de aspirar al Trofeo Zamora a ser el tercero más vulnerable de la categoría, después del Villarreal B y Ponferradina

Va camino de convertirse en una obsesión para las huestes de Paco Jémez. Es más: el propio técnico ha subrayado la necesidad de que la UD Las Palmas vuelva a acabar un encuentro de Liga sin encajar un gol. El 'cero' en la portería de Mariano  Barbosa (o Pindado cuando hubo de ponerse los guantes) sólo se registró en el empate sin goles frente al Huesca, en la segunda jornada, y en el contundente triunfo grancanario con motivo de la visita al filial del Villarreal, en la cuarta fecha. A partir de entonces (17 de septiembre), la defensa amarilla siempre ha realizado alguna concesión a sus rivales en las últimas once jornadas consecutivas, incluso en los encuentros ganados contra Albacete y Rayo.
   En esos once partidos, Las Palmas encajó 21 goles (casi dos tantos de promedio) y su portero ha pasado de pelear por el prestigioso trofeo Zamora de Segunda División a situarse entre los más vulnerables de la categoría. Tras el 0-3 contra el filial castellonese, los amarillos han sido batidos por el Granada (un gol), Recreativo (1), Betis (2), Valladolid (3), Albacete (1), Ponferradina (3), Elche (2), Girona (1), Salamanca (4), Rayo (1) y Celta (2). Es un dato escalofriante porque Las Palmas se ha convertido en el tercer equipo más goleado de la Segunda División, con 24 tantos, y sólo empeoran este indicador el Villarreal B (25) y la Ponferradina (26).
   Compensa este déficit el hecho de que sea igualmente uno de los conjuntos más generosos en ataque (25 goles), por detrás de Betis (33), Rayo (26) y Celta (27), precisamente los tres primeros de la tabla por este mismo orden. La lectura de estos registros es inmediata: Las Palmas posee un juego ofensivo propio de cualquier aspirante al ascenso y una capacidad defensiva opuesta, que podría poner en peligro cualquier de sus propósitos.
    Esa fragilidad no puede considerarse como fruto del azar o de un mal día. Es una señal inequívoca de que el equipo ha de mantener el nivel de corrección si quiere prosperar en una Liga tan dura como en la que se encuentra. La crueldad de los números es la que vale en una clasificación donde, por desgracia, no se refleja la bondad y la belleza de un estilo que también está demostrando una mandíbula de cristal.

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