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domingo, 5 de diciembre de 2010

EL OFICIO DEL CELTA DESCARRILA A LAS PALMAS EN BALAÍDOS

Los amarillos tuvieron el balón pero no supieron qué hacer con él para romper la coraza de un rival que sigue la estela del liderato con un fútbol esquelético

El fútbol actual enlaza la técnica con la velocidad para ejecutarla y la disciplina táctica con el talento individual. Esos cuatro conceptos viajan muchas veces sin unión, pero cuando un conjunto logra conectar todas sus dotaciones, como el Barça de la era Guardiola, puede hacer cumbre en el Everest balompédico y alcanzar la eternidad en la memoria del aficionado libre de ataduras fanáticas. Las Palmas es posiblemente el equipo de la vigente Segunda División que intenta recorrer este camino desde el rol que actualmente ocupa y con todos sus efectivos, los incuestionables y los reservas. Su idea global persevera a pesar de las ausencias. Hay técnica, posee velocidad y talento, pero en el campo de batalla genera ciertos desórdenes en su retaguardia que hipotecan los propósitos de progresión. Es una historia repetida jornada a jornada que va colocando cada una de las piezas del puzzle del actual proyecto. 
   Eso ocurrió otra vez en Balaídos: Las Palmas fue quien sacó el látigo al balón durante gran parte del juego, fue también el conjunto que desplegó con amplitud sus piezas sobre verde tablero del estadio vigués, pero debió finalmente someterse al rigor de la efectividad de un rival con mucho oficio de Segunda, que exprimió al máximo sus oleadas intermitentes hacia el área de Barbosa. El Celta golpeó primero con un autogol de Aythami y sentenció a la contra, como casi siempre, en una acción dentro del último acto de la contienda. La sensación que deja el partido es que no vuelve a guardar proporción los méritos contraídos con el contundente 2-0. Pero la vara de medir del fútbol son los goles.
    Sin Vitolo y Jonathan Viera, la UD trató de ser fiel a sí misma aunque careció de la profundidad de otros encuentros. Quizá por ello pudimos contemplar la actuación de la presente temporada en que los amarillos tuvieron menos ocasiones de perforar la meta adversaria. No obstante, el partido arroja varios aspectos que merecen un apéndice añadido:    


Trashorras atado. Jémez varió esta vez una de sus propias reglas, porque no confecciona los encuentros en función de los rivales. Sin embargo, Vicente Gómez apareció de manera obsesiva pisando los talones a Trashorras para cortocircuitar el operativo de ataque gallego. El ex amarillo fue una sombra durante muchos minutos, pero rescató otra de sus virtudes: habilitar las bandas de su equipo tras comprobar que había un gran atasco por el centro. El Celta encontró por los costados las fisuras canarias, especialmente por su derecha, y fue la senda por donde comenzó a resolver el encuentro.  
Perea sin conexión. El colombiano Perea fue la gran novedad en el once titular canario. Era el ariete que debía perforar la rocosa defensa gallega, pero no le llegaron balones para el remate. Apareció en una ocasión y su disparo a quemarropa lo desvió Falcón. Fue la única jugada con coherencia y profundidad de los visitantes. La coordinación del sistema de contención de los gallegos maniató los intentos amarillos de dominar los últimos metros. Porque una cosa es tener el balón y otra distinta saber utilizarlo. 
El Celta se 'acobarda'. El Celta jugó con la lección aprendida. Marcó primero tras una acción aciaga de Aythami, que desvió hacia su portería un centro, pero hay que añadir el error de cálculo en la salida de Barbosa, que debió despejar el balón. Los vigueses clonaron lo que tantos otros equipos habían hecho antes: fabricaron una coraza defensiva para salir al contragolpe. 
Otro tocado. El relevo de Javi Guerrero por Sergio se produjo con las señas del futbolista al banquillo desvelando molestias. La plantilla de Jémez está sufriendo una auténtica epidemia, especialmente en la línea de ataque donde las bajas son ya abundantes y llamativas. Malo es que se expongan excusas a los resultados deportivos, pero también es cierto que este factor está mermando con seriedad la capacidad de un equipo que no disfruta del sol dos días consecutivos.

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