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viernes, 28 de enero de 2011

LUISINHO Y MARTA DOMÍNGUEZ

Luisinho, con la camiseta del Club de
Regatas Flamengo
Una mañana de 1990 Gran Canaria se desayunó con la impactante noticia del fallecimiento del brasileño Luisinho Da Silva, nueve años antes jugador de la UD Las Palmas con un paso efímero y nada satisfactorio. Antonio Lemus llegó a la redacción de La Provincia triste y preocupado. La tristeza le inundaba por la admiración personal que sentía hacia el goleador que había visto por última vez en las filas del América de Río. Y la preocupación porque no habíamos tenido alcance con antelación a una noticia de ese calado, que se comentaba en todos los rincones de la capital. La fuente fue pronto descubierta: los utilleros de la selección juvenil de Brasil, que por aquellos días participaba en la Copa del Atlántico (con Djalminha en plan estelar), habían sido preguntados por el paradero del futbolista carioca y de ahí el "Luisinho falleció". El Maestro de periodistas no quedó conforme, aunque entonces la información internacional no era tan fluida como hoy se conoce gracias a las autopistas de internet. Llamó a sus periodistas amigos en Brasil y le confirmaron que Luisinho triunfaba como goleador en los Emiratos Árabes, incluso le enviaron vía fax el documento fiable de su destino. "En periodismo hay que comprobar incluso que los muertos están muertos", concluyó aliviado. "El problema es que en Brasil hay muchos Luisinho y el fallecido pertenecía, al parecer, al modesto Bangú".
Marta Domínguez celebra uno de sus triunfos
para España
Lo que hoy unen las historias del realizador brasileño y a Marta Domínguez es la sentencia mediática de su destino. El nombre de la atleta más aplaudida de la historia del deporte español, la que el 8 de mayo de 2003 participó en los actos inaugurales del Estadio de Gran Canaria, acaba de ser separado por la justicia de la trama de la 'Operación Galgo'. Se desnuda así un acto chapucero propio de una investigación que firmarían Mortadelo y Filemón. Y también  una lapidación mediática injusta y grosera, que no tuvo piedad a la hora de exhibirla en público para destronarla sin haberla escuchado. Ni su condición de embarazada le salvó de la crueldad. Ese periodismo sin rigor y justiciero, ausente de un protocolo ético, es el mismo que luego pasa de puntillas sobre su inocencia. 
La tradición de antaño personificada en el Premio Canarias de Comunicación, la de localizar la confirmación de las noticias y contrastarlas, no puede estar en decadencia. Al contrario: es un valor en alza que ha de combatir contra la nueva ola de informaciones vagas e indocumentadas, las mismas que por iniciativa propia enfundan a un entrenador en su féretro deportivo, la que confecciona listas de fichajes y bajas que se desacreditan solas o las que no tienen una vara de medir para calibrar quién es quién en el teatro de la actualidad. Obvian que detrás de sus titulares vacíos de disciplina ética hay personas, familias y sentimientos, y que los golpes dejan cicatrices. El daño a Marta Domínguez ya está hecho aunque queda escucharla de nuevo para probablemente comprobar cómo es ella la que indultará a sus despiadados agresores. Y nos tememos que lo ocurrido en el caso Galgo nada cambiará porque vende más un deceso que un nacimiento.


Posdata: Luisinho vive 21 años después. En diciembre de 2010 su compatriota Carlos Pintinho comentó en Tinta amarilla que conserva una buena relación con él y que ahora es un hombre de negocios ... en los Emiratos Árabes.
AQUÍ: PINTINHO

3 comentarios:

  1. Este artículo es una perfecta lección del buen hacer periodístico. Documentado, extrapolado a una realidad que pasó en Canarias y justo en el momento apropiado, ya que has tenido la paciencia de esperar a que se verificanse o se desmintiense las falsas informacines que había sobre Marta, sin ganas de sensacionalismo, sino de contar las cosas como son.Enhorabuena me ha encantado

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  2. Rubén ha escrito: El célebre Luisinho 'O Guerrillero', que destacó en el 'América' brasileiro. Aquí no pudo triunfar. Tenía un 'pelucón' a lo 'Afro'. Solía utilizar la singular treta de simular amarrarse los cordones de sus botas, junto a los porteros rivales, para si éste confiado dejaba el balón suelto, correr como una 'liebre' a robarselo. Un tipo curioso.

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  3. O guerrilleiro do area. Luisinho me paso 1 balon 1 vez n barranco seco. Magnifico articulo, manolo

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