Algunas cosas funcionaron el sábado en el Estadio de Gran
Canaria de forma prevista en el guión y quedaron fuera de control del candidato
UD Las Palmas. Enfrentarse al filial del FC Barcelona significa que el
encuentro no presenta rigor defensivo y que el marcador elevaría su media de
goles: el 3-3 habla solo. Por eso, estaba escrito que el conjunto de Eusebio
Sacristán no entiende el fútbol tradicional de la Segunda División con sus
atascos y precauciones, y que sus finales de partidos son explosivos, con un 56
por ciento de los tantos marcados en la última media hora.
Todo ello ocurrió porque, además, el 2-3 de Deulofeu
llegó después de un error en el salto de Juanpe Ramírez, un mal cálculo que
aprovechó al máximo el nuevo valor de la fábrica azulgrana. Sin embargo,
también a nivel defensivo dejó mucho que desear en esa fase final el cuadro
visitante, que encajó dos goles grancanarios en los últimos minutos, como
resultado de una oleada ofensiva amarilla que pudo merecer más premio.
Y curiosas son las reflexiones expresadas por Sergio
Lobera y el propio Sacristán sobre lo acontecido en el césped del Estadio de
Gran Canaria, donde sus respectivos equipos no reflejaron el papel que deberían
ofrecer la candidata al ascenso UD Las Palmas y el conjunto de formación Barça
B. Lobera se fijó en las acciones ingenuas que costaron puntos; Sacristán
resaltó la madurez de sus futbolistas para afrontar situaciones adversas
durante la contienda. El mundo de la teoría quedó invertido en el terreno de
juego.
La bisoñez no es una virtud a estas alturas de
competición, cuando se premia el oficio y la eficacia. Esos momentos de
inexperiencia que subraya Sergio Lobera tienen una consecuencia directa en la
clasificación porque, al margen de romper el ritmo de puntuación como local, el
ascenso directo se ha situado a diez puntos (más average particular con el
Almería) a falta de catorce jornadas. Ese objetivo ya está escrito en sánscrito
para los amarillos. Y aunque se encuentre este domingo en posición de promoción
beneficiada por la estéril ubicación del Barça B, el partido Córdoba-Villarreal
de este domingo desplazará un puesto al equipo grancanario.
Cierto es que aún quedan muchos puntos en litigio pero si
Las Palmas quiere asegurar su presencia al menos en la promoción, deberá
cambiar el verbo de sus objetivos y con carácter urgente: ganar, ganar, ganar y
luego ganar (Luis Aragonés dixit). Para conseguirlo precisamente lo que no
necesita es la ingenuidad que ha comentado su entrenador. Y recuperar
sensaciones porque, hasta que no se demuestre lo contrario, Murillo, Vitolo y
Thievy fueron figuras añoradas en la reciente actuación.
La cita inmediata es determinante: visita el Estadio
Juegos del Mediterráneo ante un Almería crecido que en el último mes ha marcado
la friolera 13 goles en una cosecha de 10 puntos de 12 posibles. Y su
comportamiento en el campo de juego está en las Antípodas del Barça B.
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