Una reflexión con carga profunda que roza la perfección. Es de Joaquín Caparrós (Cadena Cope, 3 de mayo de 2012) en los últimos tramos de la batalla: "En el fútbol los proyectos deportivos son muy bonitos ... mientras no pierdas un partido". En todas partes, igual. Lo dice un entrenador con pegamento al trabajo de cantera, que ha conocido varios de los mejores semilleros del balompié nacional (Sevilla, Athletic o ahora el Mallorca). Y la presión puede ser la misma, aunque con distintas varas de medir.
Gestos de desesperación el pasado sábado, contra el Huesca (C. Torres) |
El proyecto de la UD Las Palmas, en suma, no ha caminado sin brújula. Hay un gran puñado de detalles correctamente trazados en un conjunto -no se olvide- condicionado por las ataduras económicas; y las que te rondaré. Lo que procede a partir de ahora es que los servicios técnicos del club (los de la trinchera y el despacho) analicen con serenidad la realidad de un equipo que es mejorable, que posee loables virtudes y también descubre defectos a denostar. Porque Las Palmas ha demostrado que es un equipo capaz de lo mejor o de lo menos esperado en esta Segunda División. Todo ello se puede observar desde la sosiego que permite una situación tan holgada como la que se ha generado. Al fin y al cabo para eso están los profesionales: para tomar decisiones cuyo carburante no es el impulso de un momento. La vida de la UD Las Palmas y del propio fútbol no acaba el 30 de junio próximo. Habrá más y, esperemos, mejor.
El descrédito popular en el proyecto es lo que realmente debe causarle mayor preocupación al consejo. ¿Cómo es posible que la afición desaparezca de sus asientos en tan alto grado sin poder saborear este final de Liga 'diferente' a los agónicos anteriores?. ¿No se ha explicado lo suficientemente bien qué es la UD Las Palmas 2011-12?. También a ellos les toca debatir porque la unidad ha sido la base histórica de sus éxitos. Si en el futuro este club quiere volver a la Primera División tendrá que aprender a hacerlo sin la norma vertida por Caparrós. Para ser realmente diferentes hay que reaccionar también con diferencia.
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