Cien mil asientos quedaron vacíos esta temporada en el Estadio de Gran Canaria en relación al ejercicio precedente. Causaba dolor observar esos graderíos del recinto en las últimas jornadas y la protesta silenciosa de los aficionados, ausentes de manera significativa. ¿Qué falló en el mensaje dirigido a ellos?, ¿por qué el año que llegó a despertar la ilusión y tranquilidad, el hincha desapareció como por arte Houdini?. Somos incapaces de desvincular varios episodios de la temporada con la crisis económica, pero tampoco somos capaces de dejar entrever que existe un desencanto que puede ir más allá que el deportivo.
La última formación de la temporada, con las gradas desnutridas (C. Torres) |
El tiempo se esmerará en ejercer su papel judicial, porque no deja de resultar contradictorio que el aspecto del Estadio refleje una injusta sensación de fracaso, que no guarda proporciones ni lógica. Un club de fútbol refleja el estado del alma de sus aficionados, pero también una propuesta tan atrevida como la que exhibió en las dos últimas temporadas se ha de acompañar de un acto de fe que requiere aficionados cómplices. Explicarlo y divulgarlo correctamente, sin escisiones, es lo que el consejo ha de moderar para que no hay equívocos a lo largo de la próxima campaña, que comienza con espinas.
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