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jueves, 5 de mayo de 2011

ANTONIO VIEIRA, EL PRIMER HÉROE DE LA UNIÓN DEPORTIVA LAS PALMAS

Antonio Vieira, el segundo a la izquierda, en una formación del RC Victoria previa a su marcha
a la UD Las Palmas. A su lado, el portero Manolo Montes. (Foto: Archivo del Real Club Victoria)
Falleció el 24 de abril de 1951 tras una enfermedad desencadenada por un golpe en la cabeza durante un encuentro. La afición grancanaria, que llevó a hombros su féretro desde la calle Inés Chemida hasta el Cementerio del Puerto, quedó conmocionada por aquel suceso luctuoso que ha cumplido el sesenta aniversario 

El fútbol de Gran Canaria conmemoró de manera pasiva el pasado 24 de abril de 2011 el sexagésimo aniversario de una muerte que conmocionó a la isla y al deporte de todo el Archipiélago: Antonio Viera Delgado se convirtió aquel día primaveral de 1951 en el primer futbolista de la joven UD Las Palmas que perdía la vida. Miles de personas, afectadas por un suceso que no por esperado fue impactante, se echaron a la calle de la capital para llevar a hombros su féretro desde la residencia de la familia, en la Calle isletera Inés Chemida, hasta el Cementerio del Puerto. 
Ignacio Jorge y Antonio Vieira, este último
ya con el uniforme de la UD Las Palmas.
(Foto: Archivo del Real Club Victoria)
  Fue una noticia que caló profundamente en el barrio donde Vieira era un personaje querido; pero también en su club de formación, el Real Club Victoria, que había cedido en 1949 los derechos federativos de Vieira y de sus principales figuras para que se incorporasen al proyecto unificado de Gran Canaria. Y fue precisamente defendiendo los colores amarillo y azul la manera en que la muerte encontró al volante pundonoroso. El testimonio más cercano de la familia es el de su sobrino Manuel Viera Rosales (Las Palmas de Gran Canaria, 22 de abril de 1925), que conoció al infortunado futbolista desde su nacimiento porque "en realidad éramos como amigos. Yo tenía catorce meses más que él y por ello crecimos juntos. Él me decía que no le dijera tío ante los demás niños; hicimos creer que éramos primos. Íbamos juntos al Grupo Escolar de La Isleta", prosigue, "y empezamos también juntos en el deporte. Yo era defensa. Así que nuestra unión en la infancia fue absoluta".

SU ÚNICO GOL, DE CABEZA
Subraya Manuel Vieira que "Antonio no fue reconocido por ser un jugador extraordinario, un superclase; pero destacó por su carácter, siempre jovial, por ser efectivo y porque en el terreno de juego era todo corazón. A causa de ello, sin duda, ocurrió el accidente de su lesión mortal: acudía sin miedo a todas las jugadas". Recuerda que el golpe en la cabeza que provocó su fallecimiento meses después se produjo durante un encuentro en un desplazamiento del representativo grancanario, ya inmerso en la liga de Segunda División. "No presencié el partido, pero según contaron a la familia los miembros de la expedición, Antonio perdió el conocimiento en el campo durante veinte minutos tras golpearse con un jugador contrario, supongo que de manera fortuita. A raíz de entonces sufría mareos y desequilibrios. Había un coágulo de sangre originado en el cerebro y, poco a poco, Antonio se fue apagando a causa del tumor que motivó su muerte".
  Aún con ello y ya afectado por episodios relacionados con el golpe letal, ANTONIO VIEIRA llegó a disputar un último partido frente al Linense, tres meses antes del deceso, en el que anotó uno de los goles (de cabeza, recuerda Antonio de Armas en la Historia de la UD Las Palmas) en el Estadio Insular. No sabía en aquel momento que se trataba de su despedida ante los aficionados grancanarios. "Su enfermedad fue progresiva y rápida. Fui a visitarle varias veces, ... lo pasó muy mal en sus últimos momentos. Estuvo varios días resistiéndose a morir porque tenía un corazón como un caballo. Era fuerte, joven y con una vitalidad resistente".
Manuel Vieira, sobrino del infortunado jugador,
durante su entrevista a Tinta Amarilla en la residencia
de la calle Inés Chemida. (MB)
  Toda Gran Canaria sintió aquella muerte. La noticia recorrió la Isla de Norte a Sur. Los aficionados, que oteaban la posibilidad de un ascenso del equipo en paso fugaz por la Segunda División, acudieron a la multitudinaria despedida de Vieira. "El féretro salió a hombros desde la calle Inés Chemida, número 19, en dirección al Cementerio del Puerto. La ciudad entera se unió a la comitiva fúnebre. Fue una especie de homenaje popular a una persona que llegó a ser muy querida. La familia", añade Manuel Vieira, "lo llevó muy mal. Mi abuela, doña Asunción, lloraba todos los días y miraba las fotos de su hijo, el más pequeño. Hasta el punto que pasadas unas semanas tuvieron que esconder el álbum de fotos y recortes de periódicos que el propio Antonio había confeccionado con sus actuaciones deportivas tanto en el Victoria como en la Unión Deportiva. Yo aún conservo alguna imagen de aquella época".

PRONÓSTICO SOBRE MONTES
Licencia federativa de Vieira, en el momento de
su cesión a la UD Las Palmas.
(Archivo del Real Club Victoria)
Antonio Vieria gozó de un gran prestigio en el club donde empezó a destacar, el RC Victoria; en sus paredes se conservan imágenes de aquella etapa suya blanquinegra. Los amigos preguntaban por su estado de salud después de que fuera refugiándose en la familia cuando ya no podía abandonar el hogar: "recuerdo que, aún enfermo, Antonio se enteró del traspaso de Manolo Montes al Atlético de Madrid. Y nos pronosticó que se estaba cometiendo un grave error porque consideraba que aquel portero, que había sido compañero suyo en el Victoria, era medio equipo de Las Palmas. El tiempo le otorgó la razón ..." añade Manuel Viera, a la vez que señala que aquella su familia había sufrido varios mazazos: "Los padres de Antonio tuvieron doce hijos, pero cuatro murieron. Dos de sus niñas fallecieron en un periodo de quince días, como consecuencia de una de las epidemias de la época. E, incluso, Antonio murió soltero porque su novia, una chica del barrio muy guapa, falleció de tuberculosis unos años antes de su desaparición. No se había recuperado aún de aquel dolor".
  El expediente amarillo de Antonio Vieira se cerró al culminar la temporada 1050-51, con un partido homenaje que tuvo una recaudación de cien mil pesetas de la época (600 euros): "fue una especie de indemnización del club a la familia de un jugador que había sido muy querido. En nuestra casa aún le seguimos recordando", concluye el sobrino, compañero y amigo.

1 comentario:

  1. Excelente reportaje, que transmite conocimiento y amor a nuestro futbol y a sus heroes.Muy ameno.

    C.Cardenes

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