Hay imágenes que transmiten sonidos. Nuestra fotógrafo C. Torres captó las que se produjeron en el banquillo de la UD Las Palmas al final del encuentro de este sábado contra el Girona; un compendio de sufrimiento, pasión y entrega profesional. El extraordinario tanto de Mauro Quiroga -testarazo esta vez al estilo de Enrique Castro 'Quini'- liberó entre sus compañeros y auxiliares del conjunto grancanario toda la tensión que habían vivido a lo largo de la contienda. Un epílogo feliz esta vez que descubrió escenas de entrañable compromiso por la trascendencia de los puntos en litigio. 37 puntos a falta de quince partidos invita a que nos pellizquemos, porque lejos aparece la agonía de las distintas temporadas anteriores donde el semáforo no lograba ponerse en verde hasta la/s última/s trazada/s. Y nada digamos cuando en 2007-08 aparecía la UD como colista largo tiempo en el reparto argumental de aquella temporada.
Entre las escenas eufóricas elegimos una: es Roque Mesa, titular relevado en el transcurso del encuentro ante los catalanes, quien se abraza al entrenador para cantarle al oído el gol de su compañero. Ese gesto improvisado del futbolista de Telde es un hermoso legado de complicidad y agradecimiento; invita a una reflexión de lo que en ese vestuario puede vivirse en torno al entrenador grancanario, de la casa, donde los propios principales protagonistas han visto de cerca la cara del que sufre por ellos.
Roque, otro símbolo de la nueva cantera, hace algo más que celebrar el gol. Abraza a su instructor al que ve como un compañero de fatigas porque, al fin y al cabo, todos ellos están en el mismo barco. Y esa nave ya se aproxima a puerto.
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