Uno no puede dejar de emocionarse, sin haberlo vivido, con la historia contada en siete episodios de los Diablillos Amarillos, los únicos e inconfundibles juveniles que movieron los cimientos de Gran Canaria; de toda Canarias en realidad. Conocer en la madurez a aquellos chicos, magníficos futbolistas, enriquece y queda aún un detalle que quizá no se logra reflejar con total intensidad en los reportajes y fotografías que pudieran publicarse: la humildad o humanidad que se capta en cada uno de aquellos futbolistas ilusionados, más tarde profesionales del deporte. Porque eran estrellas del pueblo, queridos por la gran masa popular que es el motor de nuestros clubes.
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| Portada de la revista digital de TintaAmarilla.es sobre la gesta de los Diablillos Amarillos |
La era diabólica empezó un 1 de abril de 1962 o quizá seis partidos antes. Se alinearon todas las estrellas para agrupar a técnicos, jugadores y también aficionados, que vivieron el hechizo de la gloria en apenas dos meses de una competición iniciada, como otras veces, con un zarpazo exitoso ante Tenerife. Fueron ellos los que levantaron el ánimo alicaído entonces de una Gran Canaria que estaba en depresión futbolística tras el descenso a Segunda. Y más tarde esa columna vertebral llevó a la UD Las Palmas a conseguir sus más importantes logros en el ciclo de casi dos décadas de una Liga en las nubes.
Al aficionado más joven le podrá sonar el apodo que una vez el periodista Antonio Ayala (del Eco de Canarias, padre de una magnífica saga de informadores) acertó a empuñar para estos jugadores tan mágicos, cuyo fútbol tenía denominación de origen. Serán diablillos para los adversarios, pero en realidad se convirtieron en una bendición angelical de la que aún hoy podemos disfrutar en la memoria. Porque cada vez que una camada de futbolistas del club emerge con un fútbol cualificado, recibe el apelativo, aunque les pertenecerá a aquéllos para siempre. Esos angelitos se reunirán el domingo para revivir lo que ha quedado a fuego sellado en la historia del deporte de Canarias. Verles juntos, otra fiesta.
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