COLABORACIÓN PUBLICADA EN
udlaspalmas.net (09/12/10)
El sexto proyecto de la era de Miguel Ángel Ramírez recoge en toda su extensión la primera parte de un acertado mensaje churchiliano: "Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad; un pesimista, en cambio, ve una calamidad en toda oportunidad". La experiencia de la pasada temporada resultó definitiva. La mayor inversión del nuevo equipo directivo no originó los mejores resultados o, al menos, el alejamiento de un sufrimiento que parecía camino a la eternidad. El presidente y su consejo de administración comprendieron que las apuestas en el deporte no tienen un rigor matemático ni se someten con exclusividad a la dictadura del euro. "¿Saben cuándo aprendo y, además, de forma rápida?: cuando pierdo dinero", advirtió Ramírez en la junta general de accionistas que clausuró la campaña. El proyecto de cantera es hijo, en consecuencia, de una fusión entre el desencanto reciente, la incapacidad económica o la falta de voluntad para hipotecar patrimonios personales y el convencimiento de los técnicos de que había una nueva generación de jóvenes valores amarillos que galopaba cual tsunami en dirección al Estadio de Gran Canaria. La quinta de Jonathan Viera no tenía frenos.
Faltaba la última columna: asumir el riesgo de apostar por algo no experimentado. Todo ello se ha unido ahora en torno a Paco Jémez, Luna Eslava y el resto del cuerpo técnico del club amarillo. El fútbol tradicional canario, con modernas dotaciones y conceptos, es el que ha acudido al rescate de la Unión Deportiva despertando de nuevo la ovación en el Estadio de Gran Canaria, una instalación que, por primera vez desde que abrió sus puertas, ha logrado acomodar entre sus invitados a la ilusión. Hacía años que no se veían rostros tan felices entre los aficionados como los que se han podido contemplar esta temporada. Hacía tiempo que no se escuchaban calificativos y aseveraciones tan extraordinarios, en algunos casos sobrepasando la realidad de un equipo que no ha dejado de ser inquilino de la zona media alta de la clasificación de Segunda. Hacía tiempo, en suma, que el fútbol había desaparecido de la casa de una afición que siempre tuvo buen paladar.
Y es que, como ha ocurrido a través de la historia, en la UD Las Palmas no existe un punto intermedio. De ahí que expongamos la teoría de Winston Churchill en el prólogo de nuestro comentario. El graderío y el entorno en general ha pasado del pesimismo más austero, del descrédito a cualquier iniciativa, a exponer cierta euforia sin medida que adolece de las dosis de cautela que requiere un proyecto tan joven e inexperto, navegante en una categoría dura y profesional. La ilusión es buena medicina pero mejor si se aplica con las precauciones adecuadas, porque el desánimo puede estar a la vuelta de una esquina. No se puede olvidar que este equipo de Jémez se confeccionó con la idea de superar el primer listón de la campaña, que purga con puntos cada uno de sus errores porque es atrevido, valiente y apuesta por el espectáculo. Nos sorprendió escuchar los olés del público frente al Granada o Ponferradina en partidos que no estaban resueltos y que finalmente no se resolvieron. Nos sorprende la lectura de los que hablan del juego sublime de los amarillos, capaces de derribar a presuntos 'colosos' con pies de barro. Nada de ello es real. Hay un punto de madurez que no está aún localizado en el vigente campeonato y que sólo se puede encontrar con un lavado de prudencia del campo a la grada, de la grada al vestuario. Ese equilibrio, sin desvestirse de la ilusión, es el que aportará salud y longevidad a esta nueva etapa donde la imaginación es la que ha tomado el poder.
PD: Volar es más hermoso si, además, sabemos cómo aterrizar.
QUE BUEN TRABAJO ESTAS HACIENDO. ERES UNA FUENTE INAGOTABLE DE INFORMACION RIGUROSA. GRACIAS POR LO QUE NOS ESTAS DANDO.
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