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sábado, 27 de noviembre de 2010

LA DINAMITA ESTABA EN EL BANQUILLO

Pedro Vega cambia el rumbo a la historia de un encuentro que la UD supo arrebatar al Rayo. Dos centros diabólicos del zurdo ponen el sello de la justa remontada   


    La historia cambió de dirección al fin. Fue Las Palmas la que reaccionó ante una tempestad esta vez. El comandante Jémez leyó mejor desde las gradas lo que sucedía en el campo de batalla. Tuvo la 'fortuna' de disfrutar de una perspectiva distinta cuando el colegiado le expulsó al descanso por protestar. Descargó quizá su malhumor tras un primer periodo confuso, donde su tropa se embarraba en las trincheras de un bien armado Rayo. Pero el técnico eligió correctamente desde la atalaya las piezas de recambio, rediseñó el bloque con el debut del argentino Mauro Quiroga tras sacrificar a un zaguero y encontró un filón en la zurda de Pedro Vega. El sanmateíno colgó dos balones en el área con su rosca magistral; Quiroga y Guerrero los remataron con la testa y el Rayo claudicó ante un rival menos brillante que otras ocasiones pero más efectivo. Todo cuando sucedió ayer en el Estadio de Gran Canaria estaba fuera de guión.

CONDUCCIÓN Y NO TRIANGULACIÓN.
    La UD fue infiel a su propio estilo en la primera mitad. Acusó el temprano gol visitante tras un penalti que no admite discusión. La tenaza anímica ejerció en el centro de operaciones del equipo canario. Vicente Gómez y Jorge trabajaron a destajo, pero sin imaginación, sin encontrar fisuras en las líneas de fortificación visitante. Y los amarillos abusaron de la conducción, en la búsqueda individual de una acción heroica que no llegó. Se habían olvidado de triangular, de encontrar el espacio libre para el 'jogo bonito' con el que han obtenido el reconocimiento nacional. No hubo ocasiones canarias en este periodo y se palpaba cierta ansiedad en el escenario y en la platea. Jonathan Viera, además, estaba vigilado de forma escalonada. La posibilidad del empate pareció débil durante muchos minutos.
   El espectáculo grancanario era irreconocible. Sin embargo la apuesta técnica en la segunda fase fue valiente. El riesgo merecía la pena, al ganar piezas en los metros finales del campo tras comprobar que el Rayo no brindaba la profundidad necesaria para ampliar su ventaja. Y Cobeño fue quien perdió la tranquilidad cuando el balón se aproximó a sus dominios. En veinte minutos le llegó un auténtico tsunami canario hacia su portería. Varios disparos amenazaron la ventaja vallecana, con un chutazo incluso a la madera de Alvaro Cejudo que mereció el premio mayor. El partido ya había cambiado de mano cuando Armenteros recibió su segunda tarjeta porque Las Palmas se había tirado al cuello de su rival para derrotarle en justa lid, asfixiándole sin piedad.

EL DEBUT SOÑADO.
    Los dos tantos insulares fueron confeccionados con la precisión de Vega y el acierto de los arietes, escondidos entre los defensas centrales. El argentino Mauro Quiroga, con su 1.90, pudo meter el cuero con decisión, girando el cuello lo justo para rematar lejos de Cobeño. "Un delantero siempre sueña con debutar de esta manera", reconoció el argentino tras el partido. Y Guerrero, como casi siempre, estaba en el sitio adecuado en el momento correcto. El veterano tiene las ideas frescas cuando el resto nota el agotamiento. Es la segunda vez que esta temporada Las Palmas culmina una remontada en los instantes finales (ocurrió ante el Nastic en la primera jornada) con la puntilla de su goleador.
    Las Palmas avanza en la clasificación sin perder la perspectiva de su primera meta volante: la permanencia ... pero sin dejar de ilusionar a parroquia que sigue con la alegría en el cuerpo.

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